
El origami es una de mis tantas pasiones (lo admito, vivo sobreestimulada, pero la vida es breve y a veces como un cajoncito demasiado pequeño para atiborrarlo con todo lo que nos gusta).
La publicidad impresa es una parte de mi área profesional y la preocupación por el medio ambiente, otra de mis fijaciones.
Así que ayer, al azar, uní estos tres elementos y decidí qué hacer con toda esa publicidad impresa (buena, mala, barata y regular, volantes, cupones y folletos) que nos dan por la calle, en el auto, bajo la puerta y hasta pegada con trocitos de cinta adhesiva en muros, puertas y ventanas (la fachada de mi casa, al volver del fin de semana es como un otoño prematuro y breve, monocromático o multicolor, con y sin filtros UVA que perdura lo que te demoras en arrugarlos en forma de bola para lanzarlos a la basura). Han pensado en esa manía de hacer bola las cosas antes de tirarlas? Ocupan mucho más espacio que en plano, en fin...
Recordé que hace tiempo leí algo sobre la antigua tradición japonesa de hacer 1000 grullas en origami para obtener un deseo. Pienso colgarlas en hilos de 10 en 10, haciendo una cortina multicolor, motivarme más alegremente cada mañana que me encuentre el buzón con spam impreso y quien sabe, quizá hasta se me conceda algo extra! Bueno, de cualquier modo será más creativo e inofensivo que hacer caso de las amenazas por internet de veinte mil maldiciones si no reenvías cartas cadena!
Gab