martes, diciembre 07, 2010

Soltar amarras

Soltar amarras, deshacer nudos y seguir en paz requiere de mucha generosidad.

Soltar a otro (y soltarnos) voluntariamente debería parecerse más a abrir la mano y dejar deslizar los diez dedos (cinco sobre cinco) hasta que las yemas sintieran un último roce. Sin crispar los dedos tratando de sujetar lo inasible.

El resentimiento y el egoísmo son facturas del desamor o la inmadurez. 
¿Se puede amar plenamente cuando aún no se conquista el Yo? 
Decir que dos se complementan me suena a remiendo.  Creo que las vidas se comparten para enriquecerlas.