EL DADOR / Lois Lowry

Premio Newbery
Concedido anualmente por la Asociación Norteamericana de Bibliotecarios al mejor libro de literatura infantil y juvenil.

El Dador es una historia amena, con una simplicidad engañosa que nos presenta la ocasión de meditar sobre lo absurdo que resultan los valores y las costumbres esquematizadas, cuando carecen de vínculos sentimentales entre los individuos.

La utopía de la sociedad perfecta se basa en la supresión de los extremos, en la igualación de individuos, quienes por naturaleza y definición no pueden dejar de serlo sin perder el sentido de identidad. Esta igualación artificial se logra a través del indoctrinamiento temprano (El Dador, de Lois Lowry), de manipulación orgánica e intelectual de las capacidades humanas (Un Mundo Feliz, de Aldous Houxley) o incluso con la imposición totalitarista de normas y reglas (1984, de George Orwell). En los tres relatos se pretende suprimir la interacción emocional íntima, evitando relaciones fuera del control de la autoridad: Ninguna lealtad debe ser superior al Orden establecido. No son aceptables las manifestaciones de carácter que no encajen en los moldes predeterminados para los integrantes de estas sociedades donde absolutamente todos los aspectos de la vida humana deben estar controlados.

Los protagonistas de los tres relatos son siempre el frijol en el arroz. La naturaleza humana consigue siempre destacar a uno del montón, bien sea por desarrollar percepciones más profundas, por error del sistema o por rebelión espontánea contra cualquier forma de represión prolongada.

Nos hace cuestionarnos sobre la elección entre una ignorancia manipulada y feliz o el conocimiento pleno de nuestras miserias. El protagonista termina siempre como un ser aislado por sus diferencias, ya sea como líder del sistema, o como paria rechazado por no encajar en el plan maestro. ¿Elegirías una sociedad perfecta pero sin opciones o la libertad de elegir, aunque te equivoques?

Los valores deben ejercerse por convicción, pues al imponerse deforman y pierden su sentido.

Gab,

Febrero 2005